Noticias.- Salunautas, podcast de salud y cultura; Congreso Humanización; Jornada Seguridad del
Paciente; Investigación en Bioética.
Comentario de libros.- Freud. Murakawi, “Cuando la música lo es todo”.
Artículo especial.- RM Epstein, “Escuchando”.
Webs de interés.- No nos representan
Video recomendado.- Diálogos en un mundo
que colapsa.
1-SALUNAUTAS es el podcast que dirige Salvador Casado, en colaboración con la Fundación Letamendi-Forns. Una mirada a la cultura desde las Ciencias de la Salud. Muy recomendable. En este link.
2.-Congreso de Humanización de la Asistencia sanitaria
https://www.congresohumans.com/index.php
4-Debido a la situación epidemiológica
actual ésta será en formato virtual y se celebrará en dos sesiones de tarde los
días 16 y 17 de junio de 2021. Como novedad, este año, las inscripciones son
totalmente gratuitas.
La web www.seguridadpaciente.com ya está activa y aquí podrá encontrar información relativa a la jornada: normas y formulario de envío de comunicaciones, composición de los comités, colaboradores y boletín de inscripción.
La grabación está disponible
en el Canal de YouTube del Seminario: https://www.youtube.com/watch?v=JafdA9_DLAc
Os recuerdo que el seminario está abierto a la participación de todas las personas interesadas. Un saludo Lydia Feito.-
Giardini A., Baiardini I, Cacciola B, et al. Freud. Colección “Comprende la psicología”, Salvat, Barna 2021
El diseño del contenido es el siguiente: se expone la vida y el contexto histórico de cada personaje, y en una segunda parte del libro sus teorías y práctica clínica. En algunos casos, (véase por ejemplo el libro dedicado a Lacan), esta primera parte resulta excesiva, o si se prefiere, la segunda parte no hace los honores a la riqueza conceptual del personaje. Pero en conjunto se trata de una iniciativa editorial que sitúa a grandes pensadores al alcance del gran público. Añadamos que la iniciativa se debe a “El Periódico”, que lo patrocina.
Veamos a continuación el libro dedicado a Freud. Destaca como idea clave del método psicoanalítico la asociación libre de ideas, y mediante esta labor arqueológica, la tarea de descubrir capa a capa el contenido de nuestra mente. En este sentido Freud propone la existencia de un inconsciente, un preconsciente y un consciente. El inconsciente es la parte mas primitiva, sede de pulsiones, busca el placer y evita el malestar. El preconsciente actúa como filtro entre el inconsciente y el consciente, contiene material psíquico latente que pueden acceder a la conciencia. Pero será el consciente el que tendrá contacto con la realidad, y podrá expresar sus contenidos mediante palabras.
En la segunda tópica Freud elabora un
modelo de estructura mental: el Ello, la parte mas arcaica y primitiva, reserva
de energía psíquica y sede de pulsiones, totalmente inconsciente. El Yo, la
parte mas superficial y en contacto con la realidad, con la misión sobre todo
de defender al sujeto; el Super-Yo, censor moral, generador de sentimientos de
culpa, representante de los valores socioculturales.
A partir de estos conceptos los sueños y la
asociación libre de ideas aparecen como una vía para aproximarse a este inconsciente,
a sus temores, pulsiones y energía (libido). El concepto de energía psíquica
está siempre muy presente.
Los sueños necesitan una interpretación
para que cobren sentido, proclama Freud. La persona, cuando duerme, está en
parte en manos de su inconsciente, pero gracias a un censor que actúa de manera
semi-automática, logra disfrazar mediante símbolos las pulsiones y sentimientos
mas inquietantes, y de esta manera el sujeto solo despierta cuando los
contenidos son irrefrenables y superan a este censor. Es cuando tenemos una
pesadilla.
En este camino para dar sentido a un
sueño el analista pregunta al paciente qué le sugiere tal o cual imagen soñada.
Lo que mas se aproxima al significado verdadero del sueño, según este método,
serán los sentimientos que el sujeto asocie a una escena o persona soñada. El
contenido aparente del sueño poco a poco se transforma en un contenido
emocional, cargado de simbolismos, que desentrañan miedos y angustias, pulsiones
y deseos.
Freud gracias a “La interpretación de los
sueños” logró fama internacional, y supuso un gran paso en su carrera. En
varias ocasiones amplió contenidos, por ejemplo “Revisión de la Teoría de los
Sueños” (1932), (Obras completas, Ed Biblioteca Nueva, Madrid 1968, pág 880
Tomo II). En esta revisión concede gran importancia al “censor del sueño”, y al
análisis de las resistencias que dicho censor desarrolla para enmudecer o
disminuir las ansiedades que puede provocar un sueño.
¿Qué podemos añadir desde una perspectiva
actual al modelo freudiano? El empeño intelectual de Freud se nos antoja una
verdadera aventura hermenéutica: dar sentido a las conductas que la sociedad
califica de orates, dar sentido a los discursos orates pero también a las
manifestaciones irracionales de las personas corrientes, por ejemplo los
sueños. El intento de Freud parte de una premisa que en ocasiones pasa
desapercibida, y es que “comprender el origen de estos discursos supone en
general su curación”, es decir, comprender el origen de unos síntomas supone su
remisión.
Por desgracia el poder de la palabra como
elemento curativo, es decir, lo que solemos entender como “psicoterapia”, es
limitado. Si que funciona para procesos de ajuste de la persona con su entorno,
pero se ha demostrado completamente insuficiente en procesos psicóticos.
Insuficiente no quiere decir inútil, cuidado…. Puede ayudar a una intervención
de orientación mas biológica, (por ejemplo una intervención psicofarmacológica).
Por otro lado la visión freudiana de la
vida psíquica da mucha importancia a la voluntad del sujeto, por lo que se
llega a un cierto bucle que mas o menos dice: “si usted no se cura mediante el
psicoanálisis es porque no se lo toma en serio”, o incluso, “usted es
responsable de sus síntomas”. Sin embargo cada persona es la sumatoria de
aspectos biológicos y socioculturales que pocas veces puede obviar, aunque sea
comprendiéndolos en profundidad. Comprender no siempre significa curar, ayuda,
ciertamente, pero ante una depresión melancólica o un trastorno bipolar, poco
puede hacer.
La obra de Freud tiene una enorme
importancia cultural. Ahora bien, como método clínico sus resultados son muy
dudosos, y se debería evaluar su potencial iatrogénico, (es decir, su capacidad
de dañar al paciente), frente a la posibilidad de beneficiarle, algo que no se
ha realizado de manera rigurosa. Si no permitimos la comercialización de
fármacos que tienen un efecto iatrogénico importante, (entendiendo por tal un efecto
indeseable que suponga un riesgo para la salud menor del 1%), ¿podría ocurrir
que el método psicoanalítico tuviera este umbral de iatrogenia? Recordemos a
modo de ejemplo la asociación de padres falsamente acusados de abusos sexuales
en la infancia.
La interpretación de los sueños, como la
interpretación de las asociaciones libres de ideas, están en manos de una
persona a la que llamamos terapeuta, y que como cualquier persona tiene sus
prejuicios, sus habilidades y sus valores. El método es tan abierto que permite
casi todo, y si un terapeuta ha tenido mala relación con alguno de sus padres
puede perfectamente enfocar a su paciente para que rompa vínculos
paterno-filiales. Este es el gran riesgo del psicoanálisis, dejamos en manos de
personas lo que quizás no debiera tocar nadie o casi nadie, la intimidad de
cada cual.
Sant Pere de Ribes.
Murakawi, H. Ozawa S. “Música, solo música” Tusquets, Barna 2011. “Quan la música ho és tot” Empúries. Barna 2011.
El libro resulta muy duro de leer si no fuera que Spotify tiene un
play-list con las obras que se comentan. Nuestros lectores pueden encontrarla aquí:
De toda manera no voy a engañarles: el libro
puede decepcionarles por su grado de virtuosismo y erudición. Algunos detalles interpretativos
ocupan páginas y páginas que quizás interesen a intérpretes o a historiadores
de la música, o a melómanos de la altura de Murakami.
Murakami, escritor. |
Para mí el libro me ha aportado tres
aspectos de reflexión:
S.Ozawa, director |
No es fácil lograrlo, entre otras razones
porque los músicos occidentales tienen bastante amor propio, e incluso algunos
simplemente no se dejan mandar. Ya por la manera como tiene el director de
moverse en la escena, por sus gestos y por la manera de blandir la batuta,
juzgarán si están en buenas manos o… Por
esta razón un director de orquesta es también un psicólogo que sabe decir las
cosas de manera franca y directa, pero preservando los egos. ¡Sobre todo si
hablamos de una disciplina tan subjetiva como es el placer estético!
Un director inicia su carrera como
director suplente, y lo hace junto a otros directores suplentes con los que
competirá por dirigir obras aclamadas por el público, obras que son bien
conocidas. Estará unos años de juventud estudiando estas obras bajo la atenta
mirada de un director senior, cobrando una miseria y procurando adaptarse a los
gustos del público local y de este director-jefe. Deberá hacerse un espacio,
crearse cierto nombre, y opositar para que le contraten otras orquestas, y poco
a poco avanzar en su carrera profesional. Ciudadano del mundo, pasará por
muchas ciudades y países, pero su instrumento fundamental será el piano y el
estudio detallado de las partituras. ¿Se imaginan ustedes, si ya de por sí es
complicado leer una partitura, tocar al piano una partitura escrita para
cuerdas, viento-madera, metales, percusión…? Pues eso debe hacer un director
para empaparse literalmente de la obra que mas tarde ensayará. Respetar la idea
original del compositor, adaptarse al estilo de la época en que fue escrita, o
tal vez no, tal vez arriesgarse a introducir algunos matices contemporáneos. En
todo caso, siempre, sacar de cada obra las sutilezas o detalles que dejarán
imprenta personal en la interpretación.
Murakami relata con detalle una anécdota
expresiva: en el año 1962 Bernstein dirigió a Gould y la Filarmónica de Nueva
York en el Concierto nº 1 para piano de Brahms. Antes de empezar, Bernstein se
dirigió al público y advirtió que iba a interpretar esta obra no bajo su
criterio, sino bajo el criterio de Gould. Y lo hacía por tres motivos: por la
admiración que le tenia al Sr. Gould, porque en determinados momentos su interpretación
emergía con una fuerza especial, y por el deseo de experimentar otras maneras
de ver este concierto. Desde luego también
añadía que probablemente no volvería a repetir la experiencia de dirigir al Sr.
Gould, (¿o quizás podríamos decir que el Sr. Gould dirigió a Bernstein?), pero lo
que la anécdota revela es el carácter exploratorio que tiene la música. En las
referencias ponemos el link por si alguien se anima a escuchar esta famosa
intervención de Bernstein antes de iniciar el concierto.
Puede decirse que Ozawa se formó con el
yang y el ying de la música clásica: Karajan y Bernstein, dos grandes monstruos
de la dirección orquestal, diferentes en casi todo, en su manera de dirigir, la
preparación de los ensayos, su manera de dirigirse a los músicos, incluso
diferentes en sus percepciones estéticas. Es en este punto donde un director tiene
que convencerse de que no hay una verdad única referida a la manera de
interpretar una obra. Por supuesto puede haber errores de interpretación,
pueden existir también sutilezas interpretativas, pero sobre todo hay
diferencias en los enfoques que darán a una misma obra diferentes directores, y
estos enfoques pueden gustarnos mas o menos, pero siempre nos educan nuestra
sensibilidad estética. Una partitura no deja de ser una abstracción, un ideal
de algo que surgió en la imaginación del compositor, y que como tal estará
sujeta a interpretaciones históricas. El director, en cierto sentido, es un
hermeneuta que descubrirá nuevas posibilidades estéticas sin tocar una sola
nota, simplemente por los matices de ritmo, énfasis, claridad expositiva, etc.,
que introducirá. Y por la influencia que habrá ejercido sobre cada músico,
sobre todo logrando que entre ellos se escuchen y se acoplen en un solo
torrente sonoro.
De manera natural, como oyentes, tomamos
por patrón-oro alguna interpretación afortunada de tal o cual sinfonía. Ello
condiciona la audición de esta misma obra por parte de otros autores. No
resulta fácil abrirnos a “otras versiones” de una pieza que para nosotros es “de
lo mejor”. Quizás algo así también les ocurre a los directores que han dirigido
muchas veces una misma sinfonía.
Ahora bien, ¿de qué nos sirve apreciar
hasta extremos inverosímiles la calidad de una música o de un buen vino? ¿Pudiera
ocurrir que un melómano inexperto disfrutara más de la música por el hecho,
precisamente, de no ser tan hiper-crítico? Posiblemente este melómano a fuer de
oír música vaya refinando de una manera espontánea su gusto estético. En todo
caso el aficionado puede serlo con diferentes niveles de ambición, y
posiblemente ser un erudito vaya con el carácter de cada persona.
Karajan, director |
Haydn Cuarteto 75 Op 76 num 1
Smetana Cuarteto 1 “De mi vida”.
Ravel Cuarteto en Fa mayor
Janacek Cuarteto num 1 Sonata a Kreutzer
Schubert Cuarteto 13 Rosamunda
Beethoven Cuarteto 6 y 13
Mendelssohn Octeto mi bemol mayor.
Txaikovski Serenata
Schönberg La noche transfigurada
Por supuesto en el libro se abordan
muchas obras clásicas que figuran en el play-list, y se comentan tendencias
contemporáneas como Schomberg, Alban Berg, Charles Ives, etc. Pero he
seleccionado estas obras por ser menos conocidas por el gran público.
Referencia.- Bernstein habla de su experiencia dirigiendo a Gould: https://www.youtube.com/watch?v=SvWPM783TOE
Sant Pere de Ribes
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScsUTNUwZ3SMJN57jBBs_tbMfiLhdq--qVLZyPeeYJdkf-Y_w/viewform
En este
manifiesto 1000 colegiados médicos de Madrid apoyan la ley de eutanasia y critican las
declaraciones de diversos responsables de colegios profesionales.
Artículo especial.- (traducción del inglés mas abajo)
Ronald M. Epstein
MD, Professor, Medical School, Rochester, New York
Earlier
this week, David Brooks, a NY Times columnist, published a truly inspiring
op-ed piece, Nine Nonobvious Ways to Have
Deeper Conversations (https://www.nytimes.com/2020/11/19/opinion/nine-nonobvious-ways-to-have-deeper-conversations.html). As I read through this short piece, I
was again reminded that the work we do as clinicians and educators often comes
down to listening – listening to others and to oneself in a deep, undistracted,
caring and compassionate way. He frames his article as a preparation for family
gatherings – now mostly virtual – for this extraordinarily poignant holiday
season, but its implications extend much further.
Ronald M Epstein |
Most of what we do in the name of listening is hardly that. Stephen Covey, author of the bestselling Seven Habits of Highly Effective People, said, “Most people do not listen with the intent to understand; they listen with the intent to reply.”1 Think about the conversations you had with colleagues, friends and family over the past few days. At what point during the time that another person was talking had you already formulated your response? Did you even hear the end of the sentence? Did your need to express yourself override your curiosity about their experience? What might have happened had you listened until the end, allowed some silence, then responded in a way that was connected, true and – as Brooks says – “elevating” so that the conversation led to things that matter most to each of us? Brooks continues, saying that we should treat attention as if it were all-or-nothing, and our efforts should be to bring ourselves back to the exhilaration of total focus, over and over again. He likens conversations to being a midwife – helping the other give birth to the best of who they can possibly be.
Listening
is not just about the voices of others, it’s also about listening and honoring
your own voice and the places from which those voices emanate. It is hard to
say which must come first – listening to self or listening to others. I believe
that they inform each other. When listening to others, you become aware of the
internal dialogues, and, then, you have a choice as to where to place your
attention. When alone, you may come to appreciate the sources of the thoughts
that you thought were only your own, and that even what you might call your mind, your thoughts, and your experience
is shared with others in ways that neuroscientists and psychologists are only
beginning to understand.2,3 We are social creatures, and
this pandemic has brought into sharp relief what it takes to be socially
connected and what those connections mean to us. Even when subjected to the brutalities
of physical distance, we have learned to smile with our eyes and even
experience intimacy over zoom.
Brooks
also talks about silence, not to fear the pause. I would go further. We need to
find the pause, those ubiquitous
moments between the systoles and diastoles of our day, when, in the psychologist
Rollo May’s words, we can “throw our weight” toward that which gives us
freedom, self-awareness and consciousness. Brooks suggests that we should
approach one another with awe, recognizing that each human has unique gifts
that can be revealed simply by listening. Internist Faith Fitzgerald would ask
residents in morning report to present their most boring patient, and it was
incumbent on her to find something truly interesting and unique about each one.4 What if we took just a few
seconds out of a busy clinical visit to discover that uniqueness? How might
that change your day? Your feelings about the challenges you face in the workplace?
Perhaps your ability to individualize that person’s care?
This is
not all about being serious. Jokes, humor, irony and paradox are what you find
if you listen, because those too are part of the human condition. Perhaps
consider a small exercise – for the first 90 seconds of each patient encounter,
and perhaps every encounter with a colleague, spend the time just listening,
being curious, with focused attention on the other and the relational space
between you. Note how you feel at the end of that encounter, and at the end of
the day.
Listening
isn’t always easy, though, for the same reasons that it is incredibly
gratifying. When listening to others, you find out things that you least
expected, things that might even irreversibly transform your image of the
other. It takes a particular kind of preparation – preparing to be unprepared,
to be surprised, to have a light touch and to be able to laugh at oneself. And
the same goes for listening to yourself – just by virtue of listening, you
change.
1. Covey SR. The Seven
Habits of Highly Effective People. New York: Fireside; 1993.
2. Chatel-Goldman
J, Schwartz JL, Jutten C, Congedo M. Non-local mind from the perspective of
social cognition. Frontiers in Human
Neuroscience. 2013;7::107.
3. Epstein
RM, Street RL, Jr. Shared mind: communication, decision making, and autonomy in
serious illness. Ann Fam Med. 2011;9(5):454-461.
4. Fitzgerald FT. Curiosity. Ann Int Med. 1999;130(1):70-72.
TRADUCCIÓN
Ronald M Epstein (traducción de F. Borrell)
A
principios de esta semana, David Brooks, columnista del NY Times, publicó un
artículo de opinión verdaderamente inspirador, Nueve formas no obvias de tener
conversaciones más profundas ((https://www.nytimes.com/2020/11/19/opinion/nine-nonobvious-ways-to-have-deeper-conversations.html).
Al leer este breve artículo, recordé nuevamente que el trabajo que hacemos como
médicos y educadores a menudo se reduce a escuchar, escuchar a los demás y a
uno mismo de una manera profunda, sin distracciones, una manera a la vez afectuosa
y compasiva. Enmarca su artículo como una preparación para asistir a reuniones
familiares, ahora en su mayoría virtuales, reuniones festivas y a veces extraordinariamente
conmovedoras, pero con implicaciones que van más allá de este marco.
Somos
criaturas sociales, y esta pandemia ha puesto de relieve lo que necesitamos
para estar socialmente conectados, y lo que esas conexiones significan para
nosotros. Incluso cuando nos sometemos a los imperativos de la distancia
física, o de las mascarillas, hemos aprendido a sonreír con los ojos, e incluso experimentar cierta intimidad conectados a
videoconferencias.
Brooks
también habla de silencio, en el sentido de que no nos espante una pausa. Yo
iría más lejos. Necesitamos encontrar pausas en las conversaciones, esos
momentos omnipresentes entre las sístoles y las diástoles de nuestros días,
cuando, en palabras del psicólogo Rollo May, podemos "arrojarnos con todo
nuestro ser" hacia aquello que nos da libertad, autoconciencia y conciencia.
Brooks sugiere que deberíamos acercarnos unos a otros con asombro, reconociendo
que cada ser humano tiene dones únicos que pueden revelarse simplemente…
escuchando. La internista Faith Fitzgerald pedía a los residentes en el informe
matutino que presentaran a su paciente más aburrido, y le correspondía
encontrar algo realmente interesante y único en cada uno de estos pacientes. (4)
¿Qué pasaría si tomáramos solo unos segundos de una visita clínica ocupada para
descubrir esa singularidad? ¿Cómo podría eso cambiarnos el día? ¿Y los desafíos
que enfrentamos en nuestro lugar de trabajo? ¿Afectaría a nuestra capacidad de personalizar
la atención de este paciente?
No se
trata solo de ser serio. Las bromas, el humor, la ironía y la paradoja son lo
que encuentras si escuchas, porque también son parte de la condición humana.
Tal vez considere apropiado, amigo lector, realizar un pequeño ejercicio: durante los
primeros 90 segundos de cada encuentro con un paciente, y tal vez en cada encuentro con un
colega, deje transcurrir el tiempo simplemente escuchando, siendo curioso, con
atención centrada en el otro y el espacio relacional que se ha creado entre
ustedes. Observe cómo se siente al final de ese encuentro, y al final del día.
Sin
embargo, escuchar no siempre es fácil por las mismas razones por las que es
increíblemente gratificante. Al escuchar a los demás, descubres aspectos
insospechados, cosas que podrían incluso transformar irreversiblemente la
imagen que tenía del otro. Por ello se necesita un tipo particular de
preparación: prepararse para no estar preparado, para sorprenderse, para tener
un toque ligero y podernos reír también de uno mismo. Precisamente lo que
sucede cuando nos escuchamos: simplemente por hacerlo ya cambias.
1.
Covey SR. Los siete hábitos de la gente altamente efectiva. Nueva York:
Fireside; 1993.
2.
Chatel-Goldman J, Schwartz JL, Jutten C, Congedo M. Mente no local desde la
perspectiva de la cognición social. Fronteras en neurociencia humana. 2013; 7
:: 107.
3.
Epstein RM, Street RL, Jr. Mente compartida: comunicación, toma de decisiones y
autonomía en enfermedades graves. Ann Fam Med. 2011; 9 (5) : 454-461.
4. Fitzgerald FT. Curiosidad. Ann Int Med. 1999; 130 (1): 70-72.
Vídeo recomendado.-
Diálogos en un mundo que colapsa
https://www.youtube.com/watch?v=iksNSsnwq_Q
Harari y Sandel están de acuerdo en este dialogo
en el incremento del populismo de derechas, pero no así en sus causas. Para
Sandel la globalización nos ha llevado a un punto de desigualdad ”hiriente”, en
el que el fracasado es culpabilizado de su fracaso. Es la meritocracia como ideología
que justifica la desigualdad. Los votantes de Trump han sido sobre todo gente
sin títulos universitarios, abandonados por el Partido Demócrata, que no los
supo defender cuando tenía el poder. Los partidos de centro-izquierda han perdido,
en opinión de Sandel, la capacidad de representar a los trabajadores. Harari,
por su lado, cree que el populismo y su
buena acogida por parte de los trabajadores poco cualificados no queda justificado en países como Brasil, donde
con la globalización han mejorado sustantivamente su situación socioeconòmica,
ni tampoco el hecho de que este populismo sea xenófobo y racista e incluso
misógino. Para Harari el populismo de derechas actual remueve un nacionalismo
tóxico, divisivo, en la que la mitad de la gente odia a la otra mitad de sus
propios ciudadanos. Frente a este nacionalismo tóxico podríamos hablar de un nacionalismo
constructivo en el que los liderazgos tienden a cohesionar, y por ende, los mas
ricos y afortunados aceptarán pagar sus impuestos para beneficiar a gente que
jamás conocerán, pero a los que identifican como sus conciudadanos.
Y Harari |
Para Harari este fenómeno no es mundial, por ejemplo, en Oriente no existe este escepticismo acerca de lo que dice la ciencia, pero en cambio si hay una politización de todos los ámbitos o disciplinas académicas. Política y ciencia caminan en paralelo porque lo que ahora mismo cambia mas el mundo es la ciencia. Por consiguiente, no es extraño que la ciencia se politice. Si en el periodo agrario la Humanidad podía permitirse el lujo de experimentar y fracasar, como también en la industrialización con los sistemas comunistas y fascistas del siglo XX, ahora, con los avances en biotecnológica, Inteligencia Artificial, etc., la Humanidad puede pagar sus errores incluso con su desaparición. Si bien es cierto que la Humanidad siempre se ha distinguido en manipular lo externo a sí misma, como es la Naturaleza que nos rodea, mejor que la sociedad y a nosotros mismos, también es cierto que nunca el ciudadano medio había podido influir tanto con su conducta individual sobre grandes acontecimientos. Para Harari parte de la crisis actual se debe a que la gente percibe que estamos ante la última oportunidad para que la Humanidad actúe para preservar su propia libertad y condiciones de vida.
Pablo Oliveras
Murcia