BOLETIN IATROS,
DICIEMBRE 2019.
CIRCULO DE
CIBERLECTURA
INDICE.
-
Noticias.- Folia Humanística
(13)
Comentario de libros.- Evolución, cerebro y conciencia; Esperanza sin optimismo.
Webs de interés.-
Laboratorio de Cognición Humana Comparada
Artículo comentado.- La Iglesia, el parentesco intensivo y la variación
psicológica global.
Video
recomendado: La falacia de la conjunción
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Noticias.-
En el último número de Folia Humanística
(nº 13) encontrarás:
TEMA DEL DIA
DERMINANTES SOCIALES DE LA SALUD Y
ENFERMEDADES PREVALENTES.
DE LA EPIDEMIOLOGÍA A LA PRÁCTICA
DIARIA EN UNA CONSULTA DE
ATENCIÓN PRIMARIA PABLO
PÉREZ SOLÍS
PENSAMIENTO ACTUAL
NUEVA VITALIDAD PARA EL FUTURO DE LOS
COMITÉS DE ÉTICA ASISTENCIAL
R. ALTISENT, T. FERNÁNDEZ-LETAMENDI, MªT DELGADO-MARROQUÍN
ARTE, SALUD Y SOCIEDAD
UNA VISIÓN VIVENCIAL DEL SISTEMA
SANITARIO BRASILEÑO DESDE LA PERSPECTIVA DEL PACIENTE, A TRAVÉS DE RELATOS
NARRATIVOS DE UN MÉDICO DE CABECERA. MARCELA
DOHMS
NOVELA Y CINE: COOPERADORES NECESARIOS
JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ DURAN
Accesible
en open Access en: https://revista.proeditio.com/foliahumanistica/index
Comentario
de libros.-
Evolución,
cerebro y conciencia
Evolución cerebro y conciencia es el título
de un artículo que apareció en la revista de Humanidades médicas JANO1
en el lejano año 2001, en el que Julián Sanjuán y Vicente M. Simón, psiquiatra
y psicólogo, de la Universidad de Valencia, daban respuesta al escrito del
psiquiatra barcelonés Josep Solé Puig de un número anterior de la misma revista2.
Los autores adoptan el siempre fecundo punto
de vista de la teoría evolucionista para abordar los fenómenos neurológicos del
sistema nervioso de los seres humanos, y afirman que: El cerebro es producto de una evolución de unos tres mil quinientos
años y que: La conciencia se puede entender como un fenómeno emergente que surge al
alcanzar el cerebro del homo sapiens un determinado grado de complejidad y que
se mantiene porque resulta adaptativo para el individuo y la especie
La controversia es antigua, no es difícil
encontrar el momento en el que empezó todo, apreciamos cómo en la bisagra del
siglo XIX al XX van a aparecer dos aproximaciones al estudio de los procesos
cerebrales, completamente diferentes:
Por un lado Sigmund Freud, médico de formación
neuroanatómica y posteriormente psiquiatra fundador del método psicoanalítico,
publicó hacia
1900-1901, la que se considera su principal obra: La interpretación de los sueños3, en la que introduce el
sustancial concepto del inconsciente y la enorme trascendencia que tiene en la
conducta de los seres humanos. A lo largo del siglo XX la influencia del método
psicoanalítico ha sido inmensa, no solo en la Medicina y Psicología, también en
la filosofía, la antropología, la sociología y otras disciplinas, y
especialmente en las artes, literatura, cine, teatro o pintura han sido
enormemente influenciadas por la doctrina freudiana.
Por su
parte Santiago Ramón y Cajal publicó en el año 1904 su obra más
importante: Textura del Sistema Nervioso
del Hombre y los Vertebrados en
la que expresaba lo que se denominó
como Teoría de la Neurona, es decir, de
la unidad y de la independencia de la célula nerviosa4, en sus
propias palabras. Sus conclusiones fueron fruto de investigaciones
neurohistológicas previas publicadas en los años 1887 y 1888 y sufragadas a su
costa, en las que demostraba fehacientemente sus innovadoras ideas. En 1906 le
fue otorgado el Premio Nobel de Medicina
y Fisiología por sus fructíferas aportaciones que constituyen lo que podemos
considerar como el avance más notable en la comprensión de la arquitectura y
fisiología del cerebro humano hasta entonces y el fundamento de todas las
disciplinas neurocientíficas.
A su vez el conocimiento sobre el sistema
nervioso sustentado en la doctrina de
la neurona de Cajal ha sido ingente. La ciencia del ha progresado apoyada
en la clínica, en las manifestaciones y carencias que se producían en los
individuos afectados por distintas enfermedades, vasculares, traumáticas o
tumorales. Así se conoció, por su afectación durante la trombosis de
determinadas arterias cerebrales, la existencia de áreas encargadas de la
comprensión y emisión de las palabras. Un impulso posterior ha venido dado por
las técnicas de neuroimagen que permiten relacionar mediante el patrón del
consumo de oxígeno y glucosa, ciertas funciones con determinadas aéreas cerebrales.
En el año 1979 la prestigiosa revista Scientific
American publicó un monográfico en el que se acuñó una frase que obtuvo
fortuna: El cerebro pensando sobre sí
mismo.
Cien años
después de las aportaciones de Cajal, en la bisagra de los siglos XX al XXI tuvieron
lugar nuevas aportaciones que avanzaron en la comprensión de los fenómenos
cerebrales más complejos, destaca entre ellas la obra de Sir Francis Crick5,
premio Nobel de Medicina junto a Watson en el año 1962 por sus descubrimientos
sobre la estructura molecular del ADN. En el año 1994
Crick, físico de formación, expuso en su libro La búsqueda científica del alma, lo que él consideró The Astonishing Hypóthesis, a saber, que
las actividades mentales de una persona se deben por completo al comportamiento
de sus células nerviosas, y por tanto el estudio de la consciencia-conciencia
(para él no existen diferencias) es un problema científico. Para él la conciencia
es un proceso emergente en el que el todo es algo más que la suma de las
partes, pero sin embargo puede comprenderse a partir de la naturaleza y el
comportamiento de sus elementos más sencillos. La hipótesis de Crick ha dejado
de ser revolucionaria y el desarrollo de las neurociencias en la actualidad es
una de las prácticas científicas emergentes. Autores como Antonio Damasio6 neurólogo de formación y premio
Príncipe de Asturias del año 2005 por sus estudios sobre las emociones y los
sentimientos y Eric R. Kandel7,
judío austriaco obligado a exiliarse de Viena por la barbarie nazi, que
recorrió el camino inverso al de su compatriota Freud, formado como psiquiatra
de orientación psicoanalítica, posteriormente se dedicó a la histología y se le
concedió el premio Nobel de Medicina en el año 2000 por sus estudios sobre la
memoria, van a permitir profundizar en el estudio de la actividad cerebral.
El libro que se presenta: Paseo por el Amor y la Muerte. Los arcanos
de la conciencia, propone abrir el campo y dar espacio para la
confrontación amable y fructífera de las diferentes ideas, con la intención de
buscar la concordia entre las distintas opiniones. A semejanza de un duelo clásico
es necesario delimitar el campo, los procedimientos y las armas. Para este caso
es prioritario definir claramente los términos. Se trata de llegar a acuerdos
que nos permitan entender de la misma manera los mismos conceptos y las mismas
palabras, para que cuando las utilicemos hablemos de lo mismo o de algo que se
le parezca mucho. Así, para poder desentrañar sus misterios debemos ponernos de
acuerdo en que es, que no es, cómo es, donde asienta, cuáles son sus
propiedades y de que hablamos cuando hablamos de conciencia.
Aquí se propone hablar de la conciencia como
conocimiento, un conocimiento que permite darse cuenta de la existencia de uno
mismo, de la propia vida, como organismo independiente del resto del mundo y
diferente a los otros. Esta nueva forma de conocimiento surge – surgir en biología
se entiende como la capacidad inmanente de la materia para organizarse en
formas más complejas, así se habla de que surge la vida o la célula eukariota -
del magma genético ancestral y se
sustenta en tres fenómenos previos, a saber la Percepción del mundo, el complejo
mecanismo de las Emociones y una Memoria autobiográfica; a su vez va a dar
lugar a otros nuevos, los Sentimientos y una nueva Inteligencia capaz de
comprender la realidad en magnitudes de espacio y tiempo para configurar un ser consciente y orientado.
La mayor parte de nuestro conocimiento del
mundo externo y de nuestro propio mundo interno es inconsciente, procesos que
se desenvuelven sin tener conciencia de ellos. La conciencia supone sólo una
pequeña parte, pero sustancial, de ése conocimiento, pues implica una nueva
forma de aproximación a la realidad. Al ser capaz de entender el mundo en
magnitudes de espacio y tiempo, permite la orientación geográfica y al dividir
el tiempo en pasado, presente y futuro, otorga al ser humano la capacidad de
simular el porvenir, de planificar acciones, con lo que mejoran las
posibilidades de supervivencia. Otra de las consecuencias de la Conciencia de
la propia Vida es la Conciencia de la propia Muerte. La Vida es Ser, la Muerte
es Dejar de Ser. Por tanto somos conscientes de nuestra propia mortalidad,
sabemos que vamos a morir.
A partir de ahí se van
desgranando lo que significan: Percepción
es el registro del mundo mediante los órganos de los sentidos; las Emociones son acciones, programadas,
automáticas, inconscientes, que dan por
resultado una determinada conducta, reflejada sobre todo en las expresiones
faciales y en los movimientos de las manos y del resto del cuerpo; los Sentimientos son la percepción
consciente, el conocimiento de las emociones; la Memoria consiste en una doble capacidad, la de adquirir y
almacenar información y la de
recuperarla posteriormente; la Inteligencia
es la capacidad de comprender el entorno, de entender el mundo que nos rodea,
incluidos los otros, los demás seres humanos, posibilita la selección de las
alternativas más convenientes para la resolución de un problema, las respuestas
más útiles y adaptativas.
En el libro, visualmente muy
hermoso de ver, se definen estos conceptos y otros relacionados como son La
Voluntad, la Ciencia y el Arte e incluso se hace una necesaria distinción entre
lo que es la Ética y qué es la Moral y se hace complementando el texto con las
imágenes de alguno de los más famosos cuadros de los grandes maestros de la
Pintura que se encuentran en el Museo del Prado de Madrid junto a citas oportunas
y sugerentes de los grandes maestros de la Palabra. Por todo ello hace se hace
aconsejable la lectura de este libro que resulta a la vez provechosa y
deleitable.
1 Sanjuán; Simón, VM. JANO 9-16 NOV,
2001. Vol XLI. Nº 1408.: Evolución,
cerebro y conciencia.
2 Solé Puig, J, JANO Nº 1407;
3 Sigmund Freud. La Interpretación de los Sueños. 2 Vols.
Alianza Editorial, 2011.
4 Santiago Ramón y Cajal. Textura del Sistema Nervioso del Hombre y los Vertebrados. 3 Vols.
Zaragoza Gobierno de Aragón, 2002.
5 Francis Crick.
La Búsqueda científica del alma. Madrid:
Ed. Debate SA, 1994.
6 Antonio Damasio. El error de Descartes. Madrid: Ed. Debate, 2000.
En busca de Spinoza. Barcelona: Ed. Debate, 2005.
7
Eric Kandel. En
busca de la Memoria. El nacimiento de una nueva ciencia de la mente. Madrid:
Katz editores, 2007.
Javier
Almazán Altuzarra: Dr. en Medicina por la UAM. Especialista en MFyC formado en
el Hospital de La Paz y en EAP de Bustarviejo. Autor de la Tesis: Estudio Clínico y Epidemiológico de la
primera circunnavegación a la Tierra.
j.almazanaltuzarra@gmail.com
Eagleton, T. Esperanza
sin optimismo Taurus, Barna 2016
Título original: Hope Without Optimism Terry
Eagleton, 2015
Eagleton es un brillante filósofo y crítico literario
de formación marxista y cristiana que trata de esclarecer en el libro que
comentamos si es posible estar esperanzado y no ser al mismo tiempo optimista.
Antes de leer una sola línea más, pregúntese el lector si tal cosa resulta
posible. De inmediato nos asalta una duda…. ¿equivale esperanza a optimismo? ¿Está
todo optimista esperanzado (y viceversa)?
Eagleton nos ofrece algunas respuestas, sobe todo en
el capítulo primero, que es el mas recomendable de leer. En términos generales
podríamos decir que el libro se justifica por este primer capítulo interesante,
aunque un punto desorganizado.
Pero volvamos al asunto que nos ocupa… ¿podemos tener
esperanza y a la vez ser pesimistas? Quizás el lector ya haya encontrado
ejemplos, pero he aquí algunos: ¿quién no está esperanzado de que algún día
tendremos un gobierno a la altura de las circunstancias? Y sin embargo pinta
mal… ¿Qué diabético no está esperanzado
de que algún día la ciencia le libere por completo de tomar sus medicamentos? Y
sin embargo no se atisba tal solución, al menos por ahora…
La cuestión por consiguiente es dilucidar qué es
esperanza y qué es optimismo. Ensayemos una primera aproximación: llamemos
esperanza a una disposición o actitud positiva hacia algo o alguien, y
optimismo a un cálculo o expectativa que nos indica que este algo o alguien
vamos a disfrutarlo en un plazo razonable de tiempo. Esperanza sería un “estar abiertos a”, (y por consiguiente una
actitud), en tanto que ser optimista sería un juicio de probabilidad…. Bien, pero quede claro que esta aproximación no
es de Eagleton, sino nuestra…. Vamos a contrastarlo con lo que nos dice el
autor del libro. Para empezar el prólogo se inicia de esta suerte:
“Alguien como
yo, para quien la proverbial botella no sólo está medio vacía, sino que casi
con seguridad contiene un líquido potencialmente letal y de sabor repugnante,
quizá no sea el autor más apropiado para escribir sobre la esperanza. Están
aquellos cuya filosofía es «come, bebe y alégrate, porque mañana moriremos» y
aquellos, con los que siento más afinidad, cuya filosofía es «mañana moriremos»”.
Desde luego yo me apunto al primer tipo, al “Carpe
Diem”... pero continuemos. En su afán de hacer cierta taxonomía de los optimistas
nos propone….
Se puede ser
un optimista pragmático, en el sentido de estar seguro de que este problema, y
no otro, se va a resolver; pero también está aquel al que cabría describir como
optimista impenitente o profesional, que se siente confiado sobre determinadas
situaciones porque tiende a sentirse confiado en general.
Estos optimistas impenitentes llega a clasificarlos
como enfermos. Muchas desgracias acumula la Humanidad por esta enfermedad del
optimismo. Y si como nosotros proponíamos el optimismo es un tipo de juicio
benigno acerca de nuestras futuras expectativas, el optimista impenitente sería
alguien que ha perdido la capacidad de tener un juicio neutral u objetivo…
Un optimista
no es sólo alguien que abriga grandes esperanzas. Incluso un pesimista puede
sentir confianza sobre una cuestión determinada, con independencia de su
melancolía habitual. Es posible tener esperanza sin el sentimiento de que las
cosas en general van a salir bien. Un optimista es más bien alguien con una
actitud risueña ante la vida simplemente porque es optimista. Prevé que las
cosas van a resultar de forma favorable porque él es así.
E incluso redondea la idea:
Análogamente,
tanto el optimismo como el pesimismo son formas de fatalismo. Uno no puede evitar
ser optimista, lo mismo que no puede evitar medir un metro sesenta. Está
encadenado a su jovialidad como el esclavo a su remo, una perspectiva nada
halagüeña. (…) Por el contrario, la esperanza auténtica debe estar basada en
razones.
En este punto se aleja de nuestra definición.
Nosotros apostábamos porque la esperanza es una actitud, un “estar abierto” a
algo o alguien. Pero en este párrafo Eagleton la tiñe de juicio racional…. ¿O bien en lugar de “esperanza hubiera debido
decir “optimismo”? Este es el problema de no haber dado definiciones claras
desde un comienzo…. Pero continuemos….
Ahora Eagleton indaga en las connotaciones políticas del optimismo:
Los optimistas
son conservadores porque su fe en un futuro propicio está enraizada en su fe en
la bondad esencial del presente. De hecho, el optimismo es un componente típico
de las ideologías de las clases dominantes.
Tanto los
marxistas como los cristianos son más sombríos sobre la condición presente de
la humanidad que los liberales y los reformistas sociales, aunque tienen mucha
más confianza sobre sus perspectivas futuras. En ambos casos, estas dos
actitudes son las dos caras de la misma moneda. Se tiene fe en el futuro precisamente
porque se intenta encarar el presente con sus aspectos más abominables.
Cada época es esclava de sus circunstancias, y no es
excepción las fases económicas por las que la Humanidad ha transitado
últimamente:
Si los
ideólogos del capitalismo temprano tenían esperanza era, entre otras cosas,
porque no creían que su sistema estuviera acabado. La producción era una
crónica que aún debía consumarse. Por el contrario, el capitalismo tardío es
considerablemente menos esperanzado, lo que no quiere decir que esté hundido en
el desánimo. El yo consumista, a diferencia del productivista, habita en
momentos serializados en vez de constituir algo que se asemeje a una narración.
Es demasiado caprichoso y difuso para ser el sujeto de una evolución inteligible.
Por tanto no cabe esperar un futuro radicalmente distinto y la esperanza a gran
escala ha quedado obsoleta. Es improbable que vuelva a ocurrir algo de
trascendencia histórico-mundial, puesto que el espacio en el que podría suceder
ha quedado reducido a polvo. El futuro no será más que un presente extendido
infinitamente.
El comentario nos parece interesante. Pero en toda
época y circunstancias surgen formas extravagantes de optimismo y pesimismo:
Las formas extravagantes
de optimismo pueden ser moralmente dudosas. Entre ellas está la teodicea, el
intento de justificar el mal con el argumento de que puede dar lugar al bien,
lo que eleva a estatus cósmico un optimismo frívolo. (…) Al igual que el pesimismo, el optimismo
extiende un barniz monocromo sobre todo el mundo, sin percibir matices ni
distinciones. Como es un estado de ánimo general, todos los objetos se vuelven
más o menos intercambiables, en una suerte de valor de cambio del espíritu. El
optimista profesional responde a todo de la misma forma rigurosamente
preprogramada, eliminando de esta forma el azar y la contingencia. En este
mundo determinista, las cosas están destinadas a salir bien con una
previsibilidad sobrenatural y sin que haya una buena razón para ello.
Observe el lector avispado que si en un momento
creíamos que optimismo era un juicio de probabilidad, ahora se ha convertido en
claramente una actitud ante el mundo, (¿no era esto la esperanza?). Pero Eagleton prosigue examinando el
historicismo, esta corriente filosófica que quiere ver en el curso de la
Humanidad un sentido o dirección, (por ejemplo hacia el progreso).
La esperanza
no siempre va unida a la doctrina del progreso. De hecho, el credo
judeocristiano rompe el vínculo entre ellas. Cada cierto tiempo muy bien puede
haber progreso en la historia, pero no debe confundirse con redención.
Es decir, el judeo-cristianismo no apuesta por la
idea de progreso, sino por la idea de redención. Esto es lo que valora como
auténtica dirección de la Historia. Frente a esta visión mesiánica –(un Mesías redentor
que nos salvará, (caso de los judíos), o ya nos ha salvado (caso del cristianismo)-
existe una visión “naturalista”, que en su momento impulsó Schopenhauer y que
aquí aparece de la mano de Walter Benjamin:
De acuerdo con
(Walter) Benjamin, sí existe una historia universal, pero no constituye una
gran narración en el sentido habitual del término. Es más bien la persistente
realidad del sufrimiento, que comparte la forma universal de un grand récit
pero carece de su impulso teleológico. No hay significado en esa aflicción y,
por tanto, la historia carece de sentido. Benjamin reformula la visión, en
último término cómica, de Hegel y de Marx en términos trágicos, mesiánicos
Pero las sociedades modernas apuestan por un
historicismo anclado en la idea de progreso:
Para la
ideología del progreso, por el contrario, todos los momentos están devaluados
por el hecho de que cada uno de ellos no es más que un peldaño que conduce a su
sucesor; el presente, una mera palanca para acceder al futuro. Cada punto
temporal es inferior en comparación con la infinidad de puntos que están por
venir, como en la visión de Immanuel Kant del progreso perpetuo
Eagleton parece sincerarse cuando finalmente apunta
la siguiente idea:
“Parecería que
el drama de Shakespeare abona la doctrina católica de que la gracia perfecciona
la naturaleza en vez de anularla. No hay salvación en la naturaleza humana por
sí sola, pero en esa naturaleza anida su auto-trascendencia (...) Por eso
Nietzsche está equivocado cuando exhorta a sus lectores: ‘Permaneced fieles a
la tierra y no creáis a quienes os hablan de esperanzas sobreterrenales’. Al
contrario, es el apego al presente lo que motiva la esperanza en un futuro
distinto, de forma que ser fieles a lo que tenemos es confiar en su
transfiguración”.
En otras palabras: solo aceptando lo que somos y
siendo fieles a nuestra manera de ser podemos mejorar. O al menos esta es la
lectura que yo hago de estas líneas…
Pablo Oliveras
Murcia
COMENTARIO.- Si definimos esperanza como disposición positiva hacia algo o alguien, y optimismo como un cálculo de probabilidad de obtener dicho objeto, situación, etc., ¿cómo explicar que un ciudadano pueda ser optimista en relación a alcanzar la justicia social, pero desesperanzado en cuanto a poder disfrutar de dicha situación al menos en su período vital? Sería equivalente a decir que su cálculo de probabilidad a largo plazo es positivo, (= optimismo), pero su disposición neutra, (tampoco negativa, pero sí cree que no verá dicha situación política, y por consiguiente su actitud hacia este objeto decrece). Si esta interpretación es correcta la desesperanza no sería la mera ausencia de esperanza. Mas bien deberíamos entender la esperanza como una relación bidireccional con el objeto, en el sentido de que tenemos hacia él una disposición positiva, pero a su vez el objeto ejerce sobre nosotros una atracción, una llamada. En un estado de desesperanza nuestra disposición puede ser positiva, pero el objeto (por inalcanzable en nuestro período vital), no ejerce atracción.
Francesc Borrell
Barcelona
COMENTARIO.- Si definimos esperanza como disposición positiva hacia algo o alguien, y optimismo como un cálculo de probabilidad de obtener dicho objeto, situación, etc., ¿cómo explicar que un ciudadano pueda ser optimista en relación a alcanzar la justicia social, pero desesperanzado en cuanto a poder disfrutar de dicha situación al menos en su período vital? Sería equivalente a decir que su cálculo de probabilidad a largo plazo es positivo, (= optimismo), pero su disposición neutra, (tampoco negativa, pero sí cree que no verá dicha situación política, y por consiguiente su actitud hacia este objeto decrece). Si esta interpretación es correcta la desesperanza no sería la mera ausencia de esperanza. Mas bien deberíamos entender la esperanza como una relación bidireccional con el objeto, en el sentido de que tenemos hacia él una disposición positiva, pero a su vez el objeto ejerce sobre nosotros una atracción, una llamada. En un estado de desesperanza nuestra disposición puede ser positiva, pero el objeto (por inalcanzable en nuestro período vital), no ejerce atracción.
Francesc Borrell
Barcelona
Webs
de interés.-
Laboratorio
de Cognición Humana Comparada
El Laboratorio de Cognición Humana Comparada se
estableció en la UCSD en 1978. Como su nombre lo indica, los miembros de LCHC
realizan investigaciones analizan las diferencias entre los seres humanos como
punto de partida para comprender los procesos mentales subyacentes. A tal
efecto adoptan un enfoque ecológico, observando mediante herramientas de mediación,
personas, representaciones, instituciones y actividades. Las poblaciones que
varían en edad, cultura, características biológicas, clase social, escolaridad,
etnia, etc. se estudian en una amplia gama de actividades en diversas
instituciones sociales (escuelas, hospitales, lugares de trabajo) y países.
En esta web el lector encontrará además de los
proyectos de investigación que llevan a término, un apartado sobre Alexander
Luria, uno de los fundadores de la neuropsicología, con un extenso repositorio
con sus obras.
La Redacción.-
Artículo
comentado.-
La Iglesia, el parentesco intensivo y la variación psicológica global.
Jonathan F.
Schulz, Duman Bahrami-Rad, Jonathan P. Beauchamp, Joseph Henrich
Science 08 Nov 2019:
Vol. 366, Issue 6466, eaau5141
DOI: 10.1126/science.aau5141
Vol. 366, Issue 6466, eaau5141
DOI: 10.1126/science.aau5141
Nos hacemos eco en este número de Iatrós de este interesante
estudio de Schulz que intenta explicar el por qué las sociedades occidentales industrializadas
tienen un conjunto de valores diferente a la mayor parte de las otras culturas
del mundo. En concreto por qué razón los occidentales somos confiados y
colaboradores con gente a la que no conocemos. Un aspecto que, sea dicho de
paso, constituye uno de los rasgos estudiados en Sapiens, la obra de Harari que
le ha catapultado a la fama internacional y de la que nos ocupamos ampliamente
en estas páginas de iatrós.
La hipótesis de Schulz es atrevida y en verdad
singular. Para él y su equipo “la Iglesia
occidental (es decir, la rama del cristianismo que se convirtió en la Iglesia
católica romana) transformó las estructuras de parentesco europeas durante la
Edad Media y que esta transformación fue un factor clave detrás de un cambio
hacia una psicologia” como la comentada, (y que define como “impersonalmente
prosocial”).
El punto de partida para esta hipótesis es la
siguiente:
Con los orígenes de la agricultura, la evolución cultural favoreció
cada vez más las normas intensivas de parentesco relacionadas con el matrimonio
de primos, los clanes y la co-residencia que fomentaron la tensión social, la
interdependencia y la cooperación en el grupo. En segundo lugar, la
investigación psicológica revela que las motivaciones, las emociones y las
percepciones de las personas están determinadas por las normas sociales que
encuentran mientras crecen. Dentro de las instituciones intensivas basadas en
el parentesco, los procesos psicológicos de las personas se adaptan a las
demandas colectivas de sus densas redes sociales. Las normas intensivas de
parentesco recompensan una mayor conformidad, obediencia y lealtad en el grupo
al tiempo que desalientan el individualismo, la independencia y las
motivaciones impersonales para la equidad y la cooperación. Tercero, la
investigación histórica sugiere que la Iglesia occidental socavaba
sistemáticamente las intensas instituciones basadas en el parentesco de Europa
durante la Edad Media (por ejemplo, al prohibir el matrimonio de primos).
Para demostrar esta hipótesis estudiaron multitud de
países y compararon en Europa el grado de influencia de la Iglesia en las
pautas de comportamiento social (en especial en lo referente a matrimonio entre
primos o entre familiares). Esta es la conlcusión:
“los países con mayor exposición histórica a la Iglesia occidental
medieval o parentesco menos intensivo (por ejemplo, tasas más bajas de
matrimonio de primos) son más individualistas e independientes, menos conformes
y obedientes, y más inclinados a la confianza y la cooperación con extraños”.
La Redacción
Vídeo
recomendado.-
FALACIAS QUE NOS ALEJAN DE LA REALIDAD
Alex Gendler explica de manera muy clara la falacia
de la conjunción. Esta falacia consiste
en asumir que una situación específica es más probable que la situación general.
Su formulación inicial se la debemos a kahnemann, autor al que nos hemos referido
reiteradamente en estas pàgines de Iatrós. Este fue el ejemplo original:
Linda tiene 31 años
de edad, soltera, inteligente y muy brillante. Se especializó en filosofía.
Como estudiante, estaba profundamente preocupada por los problemas de
discriminación y justicia social, participando también en manifestaciones
anti-nucleares. ¿Que es más probable?
1.
Linda es una cajera de banco.
2.
Linda es una cajera de banco y es
activista de movimientos feministas.
La gente suele
optar por la opción 2. Gendler explica pormenorizadamente
el por qué de este error. Y por cierto, si deseamos tenir una visión mas general
de las falacias podeis consultar:
https://ed.ted.com/lessons/can-you-outsmart-this-logical-fallacy-alex-gendler
La Redacción.-