BLOG LÍDER EN HUMANIDADES MEDICAS Y FILOSOFIA DE LA MEDICINA.- FUNDACION LETAMENDI- FORNS Comité Editorial: Francesc Borrell. Juan Carlos Hernández Clemente. Director del blog: F. Borrell Carrió; Secretario de Redacción: Juan Medrano Albeniz.

BOLETÍN IATROS ISSN 2014-1556

Este Boletín tiene por objetivo difundir y compartir comentarios de libros y artículos en Humanidades Médicas y Filosofía de la Medicina y difundir las actividades de la Fundación Letamendi Forns y Fundación Iatrós.
 BOLETIN IATROS, ABRIL 2021.

 CIRCULO DE CIBERLECTURA

 INDICE.-

Noticias.-  Salunautas, podcast de salud y cultura; Congreso Humanización; Jornada Seguridad del Paciente; Investigación en Bioética.

Comentario de libros.-  Freud. Murakawi, “Cuando la música lo es todo”.

Artículo especial.- RM Epstein, “Escuchando”.

Webs de interés.-  No nos representan

Video recomendado.- Diálogos en un mundo que colapsa.      

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 Noticias.- 

1-SALUNAUTAS  es el podcast que dirige Salvador Casado, en colaboración con la Fundación Letamendi-Forns. Una mirada a la cultura desde las Ciencias de la Salud. Muy recomendable. En este link.

2.-Congreso de Humanización de la Asistencia sanitaria

https://www.congresohumans.com/index.php

 3-Queremos informarles que la XIII Jornada de Seguridad del Paciente en Atención Primaria ya está en marcha.

4-Debido a la situación epidemiológica actual ésta será en formato virtual y se celebrará en dos sesiones de tarde los días 16 y 17 de junio de 2021. Como novedad, este año, las inscripciones son totalmente gratuitas.

 La web www.seguridadpaciente.com ya está activa y aquí podrá encontrar información relativa a la jornada: normas y formulario de envío de comunicaciones, composición de los comités, colaboradores y boletín de inscripción.

 5

-El pasado 15 de marzo de 2021 se celebró una sesión del Seminario de Investigación en Bioética de la Universidad Complutense de Madrid. En esta ocasión contamos con la intervención del Dr. José Miguel Viscarra Obregón, nefrólogo y profesor en la Universidad Estadual de Maringá (Brasil) que nos habló sobre "La vulnerabilidad del médico en el siglo XXI". Su propuesta, extensible a otros profesionales de la salud, abordó los aspectos que limitan o fragilizan la situación del médico en contextos complejos. Un tema en el que lleva investigando bastante tiempo y que, con la pandemia de COVID-19, ha cobrado nueva vigencia. 

     La grabación está disponible en el Canal de YouTube del Seminario: https://www.youtube.com/watch?v=JafdA9_DLAc

    Os recuerdo que el seminario está abierto a la participación de todas las personas interesadas.    Un saludo  Lydia Feito.-

 Comentario de libros.-

Giardini A., Baiardini I, Cacciola B, et al. Freud. Colección “Comprende la psicología”, Salvat, Barna 2021

 Este es el primer volumen de una colección de libros dedicados a los principales autores que ha configurado el pensamiento psicológico mundial. Empezar por Freud no es baladí, pues sin duda supuso un antes y un después en la interpretación de la vida psíquica.

El diseño del contenido es el siguiente: se expone la vida y el contexto histórico de cada personaje, y en una segunda parte del libro sus teorías y práctica clínica. En algunos casos, (véase por ejemplo el libro dedicado a Lacan), esta primera parte resulta excesiva, o si se prefiere, la segunda parte no hace los honores a la riqueza conceptual del personaje. Pero en conjunto se trata de una iniciativa editorial que sitúa a grandes pensadores al alcance del gran público. Añadamos que la iniciativa se debe a “El Periódico”, que lo patrocina.

Veamos a continuación el libro dedicado a Freud. Destaca como idea clave del método psicoanalítico la asociación libre de ideas, y mediante esta labor arqueológica, la tarea de descubrir capa a capa el contenido de nuestra mente. En este sentido Freud propone la existencia de un inconsciente, un preconsciente y un consciente. El inconsciente es la parte mas primitiva, sede de pulsiones, busca el placer y evita el malestar. El preconsciente actúa como filtro entre el inconsciente y el consciente, contiene material psíquico latente que pueden acceder a la conciencia. Pero será el consciente el que tendrá contacto con la realidad, y podrá expresar sus contenidos mediante palabras. 

En la segunda tópica Freud elabora un modelo de estructura mental: el Ello, la parte mas arcaica y primitiva, reserva de energía psíquica y sede de pulsiones, totalmente inconsciente. El Yo, la parte mas superficial y en contacto con la realidad, con la misión sobre todo de defender al sujeto; el Super-Yo, censor moral, generador de sentimientos de culpa, representante de los valores socioculturales.

A partir de estos conceptos los sueños y la asociación libre de ideas aparecen como una vía para aproximarse a este inconsciente, a sus temores, pulsiones y energía (libido). El concepto de energía psíquica está siempre muy presente.

Los sueños necesitan una interpretación para que cobren sentido, proclama Freud. La persona, cuando duerme, está en parte en manos de su inconsciente, pero gracias a un censor que actúa de manera semi-automática, logra disfrazar mediante símbolos las pulsiones y sentimientos mas inquietantes, y de esta manera el sujeto solo despierta cuando los contenidos son irrefrenables y superan a este censor. Es cuando tenemos una pesadilla. En la vida psíquica se suceden por consiguiente unos procesos que llama primarios, inconscientes, que se manifiestan como actos fallidos, sueños…. Y unos procesos secundarios que son los que percibimos como conscientes.

En este camino para dar sentido a un sueño el analista pregunta al paciente qué le sugiere tal o cual imagen soñada. Lo que mas se aproxima al significado verdadero del sueño, según este método, serán los sentimientos que el sujeto asocie a una escena o persona soñada. El contenido aparente del sueño poco a poco se transforma en un contenido emocional, cargado de simbolismos, que desentrañan miedos y angustias, pulsiones y deseos.   

Freud gracias a “La interpretación de los sueños” logró fama internacional, y supuso un gran paso en su carrera. En varias ocasiones amplió contenidos, por ejemplo “Revisión de la Teoría de los Sueños” (1932), (Obras completas, Ed Biblioteca Nueva, Madrid 1968, pág 880 Tomo II). En esta revisión concede gran importancia al “censor del sueño”, y al análisis de las resistencias que dicho censor desarrolla para enmudecer o disminuir las ansiedades que puede provocar un sueño.

¿Qué podemos añadir desde una perspectiva actual al modelo freudiano? El empeño intelectual de Freud se nos antoja una verdadera aventura hermenéutica: dar sentido a las conductas que la sociedad califica de orates, dar sentido a los discursos orates pero también a las manifestaciones irracionales de las personas corrientes, por ejemplo los sueños. El intento de Freud parte de una premisa que en ocasiones pasa desapercibida, y es que “comprender el origen de estos discursos supone en general su curación”, es decir, comprender el origen de unos síntomas supone su remisión.

Por desgracia el poder de la palabra como elemento curativo, es decir, lo que solemos entender como “psicoterapia”, es limitado. Si que funciona para procesos de ajuste de la persona con su entorno, pero se ha demostrado completamente insuficiente en procesos psicóticos. Insuficiente no quiere decir inútil, cuidado…. Puede ayudar a una intervención de orientación mas biológica, (por ejemplo una intervención psicofarmacológica).

Por otro lado la visión freudiana de la vida psíquica da mucha importancia a la voluntad del sujeto, por lo que se llega a un cierto bucle que mas o menos dice: “si usted no se cura mediante el psicoanálisis es porque no se lo toma en serio”, o incluso, “usted es responsable de sus síntomas”. Sin embargo cada persona es la sumatoria de aspectos biológicos y socioculturales que pocas veces puede obviar, aunque sea comprendiéndolos en profundidad. Comprender no siempre significa curar, ayuda, ciertamente, pero ante una depresión melancólica o un trastorno bipolar, poco puede hacer.

La obra de Freud tiene una enorme importancia cultural. Ahora bien, como método clínico sus resultados son muy dudosos, y se debería evaluar su potencial iatrogénico, (es decir, su capacidad de dañar al paciente), frente a la posibilidad de beneficiarle, algo que no se ha realizado de manera rigurosa. Si no permitimos la comercialización de fármacos que tienen un efecto iatrogénico importante, (entendiendo por tal un efecto indeseable que suponga un riesgo para la salud menor del 1%), ¿podría ocurrir que el método psicoanalítico tuviera este umbral de iatrogenia? Recordemos a modo de ejemplo la asociación de padres falsamente acusados de abusos sexuales en la infancia.

La interpretación de los sueños, como la interpretación de las asociaciones libres de ideas, están en manos de una persona a la que llamamos terapeuta, y que como cualquier persona tiene sus prejuicios, sus habilidades y sus valores. El método es tan abierto que permite casi todo, y si un terapeuta ha tenido mala relación con alguno de sus padres puede perfectamente enfocar a su paciente para que rompa vínculos paterno-filiales. Este es el gran riesgo del psicoanálisis, dejamos en manos de personas lo que quizás no debiera tocar nadie o casi nadie, la intimidad de cada cual.

 Francesc Borrell

Sant Pere de Ribes.

Murakawi, H. Ozawa S. “Música, solo música” Tusquets, Barna 2011. “Quan la música ho és tot” Empúries. Barna 2011.

  Murakami y su amigo Seiji Ozawa (1935), antiguo director de la Boston Symphony Orchestra, director asistente de Karajan y Bernstein, conversan sobre qué es ser director de orquesta, y las muchas representacions de Ozawa en EE.UU y Europa, así como su tarea docente.

El libro resulta muy duro de leer si no fuera que Spotify tiene un play-list con las obras que se comentan. Nuestros lectores pueden encontrarla aquí:

https://open.spotify.com/playlist/3e3OWs7wVx3ZyKnwKr74LS?si=D3EU9jeuShquY5z-7n1GMA&utm_source=embed_v2&go=1&play=1&nd=1

De toda manera no voy a engañarles: el libro puede decepcionarles por su grado de virtuosismo y erudición. Algunos detalles interpretativos ocupan páginas y páginas que quizás interesen a intérpretes o a historiadores de la música, o a melómanos de la altura de Murakami.



Murakami, escritor.
No hay en el libro detalles técnicos que exijan conocimientos de solfeo o armonía. Sin embargo, para sacarle partido, (o incluso diría, para que le interese el libro y no lo cierre antes de la página 50), el lector debe tener bastantes horas de vuelo como espectador de música clásica. Si se da este componente, resulta probable que disfrute usted de la lectura de este libro, (sobre todo si lo acompaña del play-list, que por cierto no figura en el libro, al menos en la edición que he leído).

Para mí el libro me ha aportado tres aspectos de reflexión:

 *La tarea de un director y la relación que establece con otros directores, con los músicos y con el público.

 *La educación sensorial y la educación estética, (el sentimiento de belleza).

S.Ozawa, director

 *Algunos autores y piezas que o desconocía o no valoraba en toda su dimensión.

 ¿Por qué las orquestas no funcionan solas? ¿Para qué se le paga a un director?    Desde luego mover la batuta y marcar el ritmo parece un trabajo sencillo, incluso hay por ahí algún empresario con dinero que imita perfectamente a un director, (aunque tenga que pagar dinero para darse el gusto de dirigir una orquesta sinfónica) … Y sin embargo resulta una de las tareas de mayor complejidad intelectual a la que un ser humano puede enfrentarse. En realidad, a un director no se le paga por dirigir a la orquesta, se le paga para ensayar con la orquesta y sacarle su mejor sonido. Va a ser en los ensayos donde el director escuchará cada instrumento sonoro y las diversas secciones de la orquesta, y el conjunto de todos ellos. Según el pasaje deberá adelgazar el sonido de las cuerdas, o lograr que el viento tenga suficiente presencia y homogeneidad en otro pasaje, etc., etc.

No es fácil lograrlo, entre otras razones porque los músicos occidentales tienen bastante amor propio, e incluso algunos simplemente no se dejan mandar. Ya por la manera como tiene el director de moverse en la escena, por sus gestos y por la manera de blandir la batuta, juzgarán si están en buenas manos o…  Por esta razón un director de orquesta es también un psicólogo que sabe decir las cosas de manera franca y directa, pero preservando los egos. ¡Sobre todo si hablamos de una disciplina tan subjetiva como es el placer estético!

Un director inicia su carrera como director suplente, y lo hace junto a otros directores suplentes con los que competirá por dirigir obras aclamadas por el público, obras que son bien conocidas. Estará unos años de juventud estudiando estas obras bajo la atenta mirada de un director senior, cobrando una miseria y procurando adaptarse a los gustos del público local y de este director-jefe. Deberá hacerse un espacio, crearse cierto nombre, y opositar para que le contraten otras orquestas, y poco a poco avanzar en su carrera profesional. Ciudadano del mundo, pasará por muchas ciudades y países, pero su instrumento fundamental será el piano y el estudio detallado de las partituras. ¿Se imaginan ustedes, si ya de por sí es complicado leer una partitura, tocar al piano una partitura escrita para cuerdas, viento-madera, metales, percusión…? Pues eso debe hacer un director para empaparse literalmente de la obra que mas tarde ensayará. Respetar la idea original del compositor, adaptarse al estilo de la época en que fue escrita, o tal vez no, tal vez arriesgarse a introducir algunos matices contemporáneos. En todo caso, siempre, sacar de cada obra las sutilezas o detalles que dejarán imprenta personal en la interpretación.

Murakami relata con detalle una anécdota expresiva: en el año 1962 Bernstein dirigió a Gould y la Filarmónica de Nueva York en el Concierto nº 1 para piano de Brahms. Antes de empezar, Bernstein se dirigió al público y advirtió que iba a interpretar esta obra no bajo su criterio, sino bajo el criterio de Gould. Y lo hacía por tres motivos: por la admiración que le tenia al Sr. Gould, porque en determinados momentos su interpretación emergía con una fuerza especial, y por el deseo de experimentar otras maneras de ver este concierto.  Desde luego también añadía que probablemente no volvería a repetir la experiencia de dirigir al Sr. Gould, (¿o quizás podríamos decir que el Sr. Gould dirigió a Bernstein?), pero lo que la anécdota revela es el carácter exploratorio que tiene la música. En las referencias ponemos el link por si alguien se anima a escuchar esta famosa intervención de Bernstein antes de iniciar el concierto.

Puede decirse que Ozawa se formó con el yang y el ying de la música clásica: Karajan y Bernstein, dos grandes monstruos de la dirección orquestal, diferentes en casi todo, en su manera de dirigir, la preparación de los ensayos, su manera de dirigirse a los músicos, incluso diferentes en sus percepciones estéticas. Es en este punto donde un director tiene que convencerse de que no hay una verdad única referida a la manera de interpretar una obra. Por supuesto puede haber errores de interpretación, pueden existir también sutilezas interpretativas, pero sobre todo hay diferencias en los enfoques que darán a una misma obra diferentes directores, y estos enfoques pueden gustarnos mas o menos, pero siempre nos educan nuestra sensibilidad estética. Una partitura no deja de ser una abstracción, un ideal de algo que surgió en la imaginación del compositor, y que como tal estará sujeta a interpretaciones históricas. El director, en cierto sentido, es un hermeneuta que descubrirá nuevas posibilidades estéticas sin tocar una sola nota, simplemente por los matices de ritmo, énfasis, claridad expositiva, etc., que introducirá. Y por la influencia que habrá ejercido sobre cada músico, sobre todo logrando que entre ellos se escuchen y se acoplen en un solo torrente sonoro.

De manera natural, como oyentes, tomamos por patrón-oro alguna interpretación afortunada de tal o cual sinfonía. Ello condiciona la audición de esta misma obra por parte de otros autores. No resulta fácil abrirnos a “otras versiones” de una pieza que para nosotros es “de lo mejor”. Quizás algo así también les ocurre a los directores que han dirigido muchas veces una misma sinfonía.

Ahora bien, ¿de qué nos sirve apreciar hasta extremos inverosímiles la calidad de una música o de un buen vino? ¿Pudiera ocurrir que un melómano inexperto disfrutara más de la música por el hecho, precisamente, de no ser tan hiper-crítico? Posiblemente este melómano a fuer de oír música vaya refinando de una manera espontánea su gusto estético. En todo caso el aficionado puede serlo con diferentes niveles de ambición, y posiblemente ser un erudito vaya con el carácter de cada persona.

Karajan, director
Finalmente, he aquí algunas obras y autores que Ozawa tiene en gran estima:

Haydn Cuarteto 75 Op 76 num 1

Smetana Cuarteto 1 “De mi vida”.

Ravel Cuarteto en Fa mayor

Janacek Cuarteto num 1 Sonata a Kreutzer

Schubert Cuarteto 13 Rosamunda

Beethoven Cuarteto 6 y 13

Mendelssohn Octeto  mi bemol mayor.

Txaikovski Serenata

Schönberg La noche transfigurada

Por supuesto en el libro se abordan muchas obras clásicas que figuran en el play-list, y se comentan tendencias contemporáneas como Schomberg, Alban Berg, Charles Ives, etc. Pero he seleccionado estas obras por ser menos conocidas por el gran público.

Referencia.- Bernstein habla de su experiencia dirigiendo a Gould: https://www.youtube.com/watch?v=SvWPM783TOE 

 Francesc Borrell

Sant Pere de Ribes

 Webs de interés.- 

 #Nonosrepresentan

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScsUTNUwZ3SMJN57jBBs_tbMfiLhdq--qVLZyPeeYJdkf-Y_w/viewform

En este manifiesto 1000 colegiados médicos de Madrid apoyan  la ley de eutanasia y critican las declaraciones de diversos responsables de colegios profesionales.

Artículo especial.- (traducción del inglés mas abajo)

 Listening

Ronald M. Epstein

MD, Professor, Medical School, Rochester, New York

Earlier this week, David Brooks, a NY Times columnist, published a truly inspiring op-ed piece, Nine Nonobvious Ways to Have Deeper Conversations (https://www.nytimes.com/2020/11/19/opinion/nine-nonobvious-ways-to-have-deeper-conversations.html). As I read through this short piece, I was again reminded that the work we do as clinicians and educators often comes down to listening – listening to others and to oneself in a deep, undistracted, caring and compassionate way. He frames his article as a preparation for family gatherings – now mostly virtual – for this extraordinarily poignant holiday season, but its implications extend much further.

Ronald M Epstein

Most of what we do in the name of listening is hardly that. Stephen Covey, author of the bestselling Seven Habits of Highly Effective People, said, “Most people do not listen with the intent to understand; they listen with the intent to reply.”1 Think about the conversations you had with colleagues, friends and family over the past few days. At what point during the time that another person was talking had you already formulated your response? Did you even hear the end of the sentence? Did your need to express yourself override your curiosity about their experience? What might have happened had you listened until the end, allowed some silence, then responded in a way that was connected, true and – as Brooks says – “elevating” so that the conversation led to things that matter most to each of us? Brooks continues, saying that we should treat attention as if it were all-or-nothing, and our efforts should be to bring ourselves back to the exhilaration of total focus, over and over again. He likens conversations to  being a midwife – helping the other give birth to the best of who they can possibly be.

Listening is not just about the voices of others, it’s also about listening and honoring your own voice and the places from which those voices emanate. It is hard to say which must come first – listening to self or listening to others. I believe that they inform each other. When listening to others, you become aware of the internal dialogues, and, then, you have a choice as to where to place your attention. When alone, you may come to appreciate the sources of the thoughts that you thought were only your own, and that even what you might call your mind, your thoughts, and your experience is shared with others in ways that neuroscientists and psychologists are only beginning to understand.2,3 We are social creatures, and this pandemic has brought into sharp relief what it takes to be socially connected and what those connections mean to us. Even when subjected to the brutalities of physical distance, we have learned to smile with our eyes and even experience intimacy over zoom. 

Brooks also talks about silence, not to fear the pause. I would go further. We need to find the pause, those ubiquitous moments between the systoles and diastoles of our day, when, in the psychologist Rollo May’s words, we can “throw our weight” toward that which gives us freedom, self-awareness and consciousness. Brooks suggests that we should approach one another with awe, recognizing that each human has unique gifts that can be revealed simply by listening. Internist Faith Fitzgerald would ask residents in morning report to present their most boring patient, and it was incumbent on her to find something truly interesting and unique about each one.4 What if we took just a few seconds out of a busy clinical visit to discover that uniqueness? How might that change your day? Your feelings about the challenges you face in the workplace? Perhaps your ability to individualize that person’s care?

This is not all about being serious. Jokes, humor, irony and paradox are what you find if you listen, because those too are part of the human condition. Perhaps consider a small exercise – for the first 90 seconds of each patient encounter, and perhaps every encounter with a colleague, spend the time just listening, being curious, with focused attention on the other and the relational space between you. Note how you feel at the end of that encounter, and at the end of the day.

Listening isn’t always easy, though, for the same reasons that it is incredibly gratifying. When listening to others, you find out things that you least expected, things that might even irreversibly transform your image of the other. It takes a particular kind of preparation – preparing to be unprepared, to be surprised, to have a light touch and to be able to laugh at oneself. And the same goes for listening to yourself – just by virtue of listening, you change.

1.         Covey SR. The Seven Habits of Highly Effective People. New York: Fireside; 1993.

2.         Chatel-Goldman J, Schwartz JL, Jutten C, Congedo M. Non-local mind from the perspective of social cognition. Frontiers in Human Neuroscience. 2013;7::107.

3.         Epstein RM, Street RL, Jr. Shared mind: communication, decision making, and autonomy in serious illness. Ann Fam Med. 2011;9(5):454-461.

4.         Fitzgerald FT. Curiosity. Ann Int Med. 1999;130(1):70-72.

TRADUCCIÓN

 Escuchando

Ronald M Epstein (traducción de F. Borrell)

A principios de esta semana, David Brooks, columnista del NY Times, publicó un artículo de opinión verdaderamente inspirador, Nueve formas no obvias de tener conversaciones más profundas ((https://www.nytimes.com/2020/11/19/opinion/nine-nonobvious-ways-to-have-deeper-conversations.html). Al leer este breve artículo, recordé nuevamente que el trabajo que hacemos como médicos y educadores a menudo se reduce a escuchar, escuchar a los demás y a uno mismo de una manera profunda, sin distracciones, una manera a la vez afectuosa y compasiva. Enmarca su artículo como una preparación para asistir a reuniones familiares, ahora en su mayoría virtuales, reuniones festivas y a veces extraordinariamente conmovedoras, pero con implicaciones que van más allá de este marco.

La mayor parte de lo que hacemos en nombre de la escucha difícilmente es eso. Stephen Covey, autor del best seller Seven Habits of Highly Effective People, dijo: “La mayoría de la gente no escucha con la intención de comprender; escuchan con la intención de responder ”. (1) Piense en las conversaciones que tuvo con colegas, amigos y familiares durante los últimos días. ¿En qué momento, mientras la otra persona hablaba, usted ya había formulado su respuesta? ¿Llegó siquiera a escuchar el final de la frase? ¿Su necesidad de hablar anuló su curiosidad por lo que le decían? ¿Qué hubiera podido pasar si usted hubiera escuchado hasta el final, permitiendo incluso un poco de silencio, y luego intervenir de apropiada, genuina, y como  dice Brooks, “inspiradora” para que la conversación condujera a las cosas que más nos importan a cada uno de nosotros? Brooks continúa, diciendo que deberíamos tratar la atención como si fuera “todo o nada”, y nuestros esfuerzos deberían dirigirse a no perder el hilo de un enfoque total, una y otra vez. Él compara las conversaciones con el trabajo de una partera: ayudar al otro a dar a luz lo mejor de sí mismo.

Escuchar no va solo de las voces de los demás, también se trata de escuchar y honrar nuestra propia voz, y de los lugares de donde emanan esas voces. Es difícil decir qué debe venir primero: escucharse a sí mismo o escuchar a los demás. Creo que ambas se influyen. Cuando escuchas a los demás, te das cuenta de tus propios diálogos internos y, entonces, tienes la opción de dirigir a ellos tu atención. Cuando está solo, puede llegar a apreciar las fuentes de tus pensamientos, aquellos precisamente que creías que eran solo tuyos, de manera que eso que podríamos llamar “nuestra mente, “nuestros pensamientos”, “nuestras experiencias”, en realidad los compartimos con otras personas de una manera que los neurocientíficos y psicólogos apenas están comenzando a entender. (2,3)

Somos criaturas sociales, y esta pandemia ha puesto de relieve lo que necesitamos para estar socialmente conectados, y lo que esas conexiones significan para nosotros. Incluso cuando nos sometemos a los imperativos de la distancia física, o de las mascarillas, hemos aprendido a sonreír con los ojos,  e incluso  experimentar cierta intimidad conectados a videoconferencias.

Brooks también habla de silencio, en el sentido de que no nos espante una pausa. Yo iría más lejos. Necesitamos encontrar pausas en las conversaciones, esos momentos omnipresentes entre las sístoles y las diástoles de nuestros días, cuando, en palabras del psicólogo Rollo May, podemos "arrojarnos con todo nuestro ser" hacia aquello que nos da libertad, autoconciencia y conciencia. Brooks sugiere que deberíamos acercarnos unos a otros con asombro, reconociendo que cada ser humano tiene dones únicos que pueden revelarse simplemente… escuchando. La internista Faith Fitzgerald pedía a los residentes en el informe matutino que presentaran a su paciente más aburrido, y le correspondía encontrar algo realmente interesante y único en cada uno de estos pacientes. (4) ¿Qué pasaría si tomáramos solo unos segundos de una visita clínica ocupada para descubrir esa singularidad? ¿Cómo podría eso cambiarnos el día? ¿Y los desafíos que enfrentamos en nuestro lugar de trabajo? ¿Afectaría a nuestra capacidad de personalizar la atención de este paciente?

No se trata solo de ser serio. Las bromas, el humor, la ironía y la paradoja son lo que encuentras si escuchas, porque también son parte de la condición humana. Tal vez considere apropiado, amigo lector,  realizar un pequeño ejercicio: durante los primeros 90 segundos de cada encuentro con un  paciente, y tal vez en cada encuentro con un colega, deje transcurrir el tiempo simplemente escuchando, siendo curioso, con atención centrada en el otro y el espacio relacional que se ha creado entre ustedes. Observe cómo se siente al final de ese encuentro, y al final del día.

Sin embargo, escuchar no siempre es fácil por las mismas razones por las que es increíblemente gratificante. Al escuchar a los demás, descubres aspectos insospechados, cosas que podrían incluso transformar irreversiblemente la imagen que tenía del otro. Por ello se necesita un tipo particular de preparación: prepararse para no estar preparado, para sorprenderse, para tener un toque ligero y podernos reír también de uno mismo. Precisamente lo que sucede cuando nos escuchamos: simplemente por hacerlo ya cambias.

 

1. Covey SR. Los siete hábitos de la gente altamente efectiva. Nueva York: Fireside; 1993.

2. Chatel-Goldman J, Schwartz JL, Jutten C, Congedo M. Mente no local desde la perspectiva de la cognición social. Fronteras en neurociencia humana. 2013; 7 :: 107.

3. Epstein RM, Street RL, Jr. Mente compartida: comunicación, toma de decisiones y autonomía en enfermedades graves. Ann Fam Med. 2011; 9 (5) : 454-461.

4. Fitzgerald FT. Curiosidad. Ann Int Med. 1999; 130 (1): 70-72.

Vídeo recomendado.-

Diálogos en un mundo que colapsa

https://www.youtube.com/watch?v=iksNSsnwq_Q

Harari y Sandel están de acuerdo en este dialogo en el incremento del populismo de derechas, pero no así en sus causas. Para Sandel la globalización nos ha llevado a un punto de desigualdad ”hiriente”, en el que el fracasado es culpabilizado de su fracaso. Es la meritocracia como ideología que justifica la desigualdad. Los votantes de Trump han sido sobre todo gente sin títulos universitarios, abandonados por el Partido Demócrata, que no los supo defender cuando tenía el poder. Los partidos de centro-izquierda han perdido, en opinión de Sandel, la capacidad de representar a los trabajadores. Harari, por su lado, cree que el  populismo y su buena acogida por parte de los trabajadores poco cualificados no  queda justificado en países como Brasil, donde con la globalización han mejorado sustantivamente su situación socioeconòmica, ni tampoco el hecho de que este populismo sea xenófobo y racista e incluso misógino. Para Harari el populismo de derechas actual remueve un nacionalismo tóxico, divisivo, en la que la mitad de la gente odia a la otra mitad de sus propios ciudadanos. Frente a este nacionalismo tóxico podríamos hablar de un nacionalismo constructivo en el que los liderazgos tienden a cohesionar, y por ende, los mas ricos y afortunados aceptarán pagar sus impuestos para beneficiar a gente que jamás conocerán, pero a los que identifican como sus conciudadanos.

Y Harari
¿Deberían entonces los partidos de centro-izquierda enarbolar la bandera de la equidad usando si cabe herramientas del populismo? Para Sandel los partidos de centroizquerda han levantado la bandera de la educación y han olvidado las causas estructurales de la inequidad. Han creado o apoyado la ficción de que quien triunfa se lo merece, y con ello ha conducido a millones de fracasados a manos del populismo. Por otro lado se da la circunstancia de que a mayor nivel de estudios los desacuerdos con la visión de los científicos, (por ejemplo relativos a la pandemia), son mayores que en las clases no tan educadas. Ello lo atribuye a una falta de confianza con el establishment.

Para Harari este fenómeno no es mundial, por ejemplo, en Oriente no existe este escepticismo acerca de lo que dice la ciencia, pero en cambio si hay una politización de todos los ámbitos o disciplinas académicas. Política y ciencia caminan en paralelo porque lo que ahora mismo cambia mas el mundo es la ciencia. Por consiguiente, no es extraño que la ciencia se politice. Si en el periodo agrario la Humanidad podía permitirse el lujo de experimentar y fracasar, como también en la industrialización con los sistemas comunistas y fascistas del siglo XX, ahora, con los avances en biotecnológica, Inteligencia Artificial, etc., la Humanidad puede pagar sus errores incluso con su desaparición. Si bien es cierto que la Humanidad siempre se ha distinguido en manipular lo externo a sí misma, como es la Naturaleza que nos rodea, mejor que la sociedad y a nosotros mismos, también es cierto que nunca el ciudadano medio había podido influir tanto con su conducta individual sobre grandes acontecimientos. Para Harari parte de la crisis actual se debe a que la gente percibe que estamos ante la última oportunidad para que la Humanidad actúe para preservar su propia libertad y condiciones de vida.

Pablo Oliveras

Murcia